“Viajar es adictivo”
Sandra Ortiz decidió dejar de postergar sus sueños, hacer a un lado la seguridad de las excusas y salir a conocer el mundo. Esta es su historia.
Salir de Lima fue, más que todo, un festejo hacia la libertad. No voy a decir que estaba harta de la rutina, pero sí estaba un poco cansada. Dediqué más de 5 años de mi vida a algo que amo y por lo que había luchado mucho, así que, aunque es algo difícil de explicar, no huí de ello, solo se trató de etapas.
En el 2009, por cosas de la vida, tuve que dejar la carrera de Comunicación y Periodismo al poco tiempo de haber empezado. Pero, a pesar de eso, jamás perdí la visión. Amaba las comunicaciones, tenía ese bichito metido y, realizando proyectos propios, logré rodearme de amigos comunicadores y poco a poco pude ser parte de equipos de trabajo increíbles. Así, personas que admiraba mucho se convirtieron en maestros y hoy son grandes amigos.
Yo aprendí en el camino, ese es mi estilo de vida. Aprendo cada día de muchos o quizás de todos, de personas de mi edad, de personas mayores, de niños, de desconocidos… Esa es y sigue siendo mi vida.
Por eso, un día decidí que era momento de empezar una nueva etapa. Aunque había planeado hacer este viaje a finales del 2016, en el 2015 hubo cambios en mi vida (o más bien oportunidades) que me hicieron creer que esto realmente siempre estuvo destinado para mi. Así que me tuve que sacudir un poco la idea de que necesitaba una gran cantidad de dinero para viajar y simplemente me dije a mi misma que yo no iba a ser la persona que me impida hacer algo que realmente quería y dije: “Me voy”.
El plan al inicio era ir hacia el norte, pero pensando en la economía mochilera, como recién empezaba el verano decidí empezar por el sur. Probablemente, la emoción que sentía por lo que venía, al principio hizo algo pequeña la ausencia de mi familia y mis amigos. Al principio pensé que me iría 3 meses a viajar por Sudamérica pero me di cuenta que viajar es adictivo.
Han pasado más de 10 meses desde que salí de casa. He recorrido alrededor de 72 ciudades, más de 9 mil kms y solo en ¡4 países! Si mi familia y amigos leen esto quizás entenderán por qué no se cuando esté de vuelta, aun me falta mucho por recorrer.
Ahora estoy sentada en el sofá del lugar donde vivo y trabajo. Un hostel que queda a media cuadra de un lago hermoso en Puerto Varas, al sur de Chile, y no puedo dejar de sentirme tan agradecida con todas las personas que en algún momento me ayudaron a llegar aquí. Desde las que me dijeron “Hazlo” cuando les contaba sobre mis planes, hasta las personas maravillosas que dejaron de lado los prejuicios y decidieron llevar a su destino a la chica que encontraron en la carretera.
Siempre va a ser difícil que las personas te escuchen sin sorprenderse o sin cuestionarse cuando les cuentas que caminas durante horas por la autopista atravesando lo que ellos llaman “las zonas más peligrosas de su ciudad”, que te subes a autos y duermes en casa de desconocidos, que hablas con cualquier persona en medio la calle, y tantas cosas más. Pero comparto mi historia para recordarles a todos los tienen muchas ganas de viajar, de renunciar a su trabajo, de dejarlo todo pero tienen mil temores y dudas y siguen ahí atrapados por ellos mismos, que aquí “afuera” hay cosas que valen realmente la pena, que no me arrepiento para nada de haber dejado mi “cómoda vida en Lima”. Que no está mal tener miedo, pero lo que sí es un problema es dejar de hacer algo por tener miedo.
Ahora, espero poder inspirarme para seguir escribiendo. Si pueden o quieren saber algo escríbanme por Facebook en Vamos a dedo, un fanpage que creé para contar mis pasos.
¡Gracias por leer!
Imágenes por cortesía de: Elizabeth Huaman, Mayra Acuña y Ellen Quiroz
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