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    Entretenimiento

    La función debe continuar

    Reunimos a los hermanos Cano para rendirle homenaje a Carlos, su papá. El recordado actor que dejó una gran huella en el teatro, cine y televisión nacional, dejó a sus hijos una gran lección de vida

    Alonso, Carolina, Rodrigo y Zivana no se besan ni se abrazan. La relación de estos hermanos es más de chacota. Para ellos, reírse y pasarla bien es una demostración de puro amor. Y, quienes lo vemos desde afuera, notamos el fuerte vínculo que existe entre ellos.

    Todos ellos coinciden en que comparten un sentido del humor muy particular, “muy Cano”, aunque en diferente medida. Alonso, el mayor, es el que se llevó la mayor parte de todo. Sus hermanos dicen que es el más gracioso, el más elocuente, el más impulsivo. También, el más parecido a su papá. Físicamente, heredó hasta los gestos. Todo el que lo ha visto en un escenario lo confirma.

    Carolina llegó 3 años después y consiguió que Alonso se pusiera tan celoso que pidiera una espada de He Man para matar a su hermanita. Si algo aprendió Carolina durante su niñez es a ser ruda y a defenderse en la vida. Esto, luego de tener un esguince en la mano producto de una caída cuando jugaba matagente y de recibir un balín de escopeta que, sin querer, rebotó en su pierna, entre otros accidentes cortesía de su hermano.

    Ya en la adolescencia se calmaron un poco las aguas. Los 2 hermanos empezaron a seguir la misma carrera y se hicieron amigos. En esa etapa llegó Rodrigo, que ya no sufrió del bullying. Los Cano recibieron muy bien al hermano más sensible, detallista y comprensivo. Por último, llegó Zivana, fruto del segundo compromiso de su papá. La hermana menor es la más intelectual, analítica y tranquila.

    Carolina dice que sus dos hermanos menores son los más sensatos. Ve en Zivana cómo ella era cuando tenía esa edad. “La identificación es alucinante. Yo me tomaba las cosas de la misma manera que Zivana, pero a ella la veo mucho más cool. Yo me alteraba más rápido porque he vivido con una persona que me ha jodido tanto que no podía estar tranquila”, cuenta. Zivana, por su parte, dice que su hermana mayor es su gran ejemplo. “Es muy sencilla y buena onda. Yo la veo como lo que yo quisiera ser”.

    Además del sentido del humor, a los 4 hermanos Cano los une el amor al arte (Alonso y Carolina son actores, Rodrigo es músico y Zivana se perfila como futura cineasta) y el miedo a la sangre y las agujas. Todo esto, herencia de su papá. Ellos nos contaron cómo recuerdan a este gran actor que, después de luchar contra el cáncer, falleció el año pasado, no sin antes dejarles una gran lección de vida.

    ¿Cómo cambiaron las cosas desde que se enteraron que su papá estaba mal de salud?
    Zivana: Enterarme que tenía cáncer fue una sorpresa porque yo lo veía bien. De un día para otro empezó a ir a las quimioterapias… Yo me di cuenta que tenía que estar más agradecida con él. Entonces, nos conectamos un poco más.

    Alonso: Hubo un cambio de roles. Antes él se preocupaba por su hijo mayor. Quería que yo esté bien… y llegó el momento en que me tocó a mí preocuparme por él. Nos acercamos más, empezamos a tener más confianza para tocar ciertos temas, como las responsabilidades que tendría que asumir cuando me tocara ser el patriarca. No me dijo «tienes que hacer esto y lo otro», no me generó esa presión. Me pidió cosas lógicas: que me preocupe por mis hermanos, por mi mamá y por mí mismo. Me dejó claro que está bien vivir con felicidad, pero con responsabilidad también.

    Carolina: Todo cambió muchísimo. Durante los 3 años que duró la enfermedad hemos hecho una familia nueva. Cuando pasan estas cosas uno mira atrás y se da cuenta del tiempo que ha perdido y quiere recuperarlo, estar más cerca.

    Rodrigo: A mí me afectó muchísimo porque he sido el que menos tiempo ha pasado con él. Él vivió con mis 2 hermanos mayores cuando eran chicos y después con Zivana, pero para cuando yo tenía 2 años él ya no estaba en mi casa… Cuando supimos de su enfermedad me acerqué más a él y él se acercó más a mí. Sentimos que se nos acababa el tiempo y había que hacerlo.

    ¿Cuál es el recuerdo más lindo que tienen de él?
    Alonso: Tengo muchos… pero tengo un gran recuerdo de la obra 10 mil horas, en la que éramos los protagonistas y hacíamos de padre e hijo. El personaje de mi papá pasaba por una situación muy similar a la suya, pues tenía una enfermedad que no le permitía seguir su sueño. Fue una temporada muy bonita que se quedó grabada en mi memoria.

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    Carolina: En un retiro del colegio recibí una carta de mi papá.  Yo pensé que me escribiría mi mamá o hasta Alonso, pidiéndome perdón por todo el desastre, pero no me imaginé que él lo haría. La carta es maravillosa. En ella mi papá me dijo que quería protegerme para que nadie me haga daño, pero sabía que no iba a poder… que sabía que me iba a ver sufrir por algún chico y que, cuando eso pase, llorará conmigo a escondidas… Me dijo, también, lo orgulloso y feliz que estaba de verme en un escenario, porque para ese entonces yo ya había actuado en alguna obra de teatro… Y que yo le parecía una chica atractiva. Nunca me voy a olvidar de eso, porque a esa edad es importante que el hombre que más quieres te diga esas cosas.

    He leído la carta muchas veces. La tengo guardada en una caja con fotos de hace muchos años, de cuando éramos una familia de 4. También, guardo una postal que mi papá me mandó cuando yo tenía 2 años y él se fue a Chile varios meses por trabajo. En ella me contó que había visto a unos niños jugando en un parque y que tenía la esperanza de encontrarme entre ellos, pero luego se acordó que estaba en otro país… Todo eso es mi tesoro personal, algo que es solo mío. Sé perfectamente cuándo mirarlo.

    Rodrigo: Su último viaje fue la primera Navidad y Año Nuevo que pasamos juntos. Todos los hermanos fuimos con nuestro papá a Orlando, su lugar favorito, y fue precioso. Fueron momentos que nunca voy a olvidar.

    Zivana: Recuerdo que él siempre mantuvo el buen humor y eso hacía que lo que estábamos pasando pareciera normal, no una tragedia. Creo que lo hizo para protegernos.

    ¿Cuál es la lección de vida más grande que les dejó su papá?
    Carolina: El amor al trabajo. Su respeto al teatro y a sus compañeros no se perdió ni con esta enfermedad. Él me ha inculcado eso. No puedes faltar a un ensayo o a una función por ningún motivo. Si te duele la barriga o estás deprimido, igual tienes que cumplir. ¡Carajo, él tenía cáncer! Y grababa, tenía quimio y de ahí tenía función. No puedes faltar ni porque se te muere alguien. Mi papá hizo función el día que murió su papá. Pase lo que pase la función debe continuar y continúa.

    Él era muy feliz en un escenario. Recuerdo que cuando estaba haciendo su última obra tenía que internarse en la clínica 3 días, cada 2 semanas. De la clínica se iba de frente al teatro. Un día tuve que llevarlo a la clínica porque había tenido una reacción bien fuerte y casi no podía ni hablar. Al día siguiente, lo vi en la función con una energía alucinante ¡hasta se tenía que parar en una mesa! Yo pensaba: ¡No entiendo, ayer estaba en una cama! Y lloré de la emoción.

    Alonso: Me ha dejado muchas lecciones. Las ganas de vivir, de subsanar errores y no darse por vencido. Él estuvo trabajando y chacoteando hasta el final. No creo que haya mucha gente capaz de eso… Además, muchas veces nos dijo que se sentía agradecido de tener cáncer porque de esa manera pudo acercarse más a sus hijos y solucionar las cosas que tenía que solucionar. La grandeza de poder agradecerle a una enfermedad tan terrible me conmueve. Es una sabiduría muy grande.

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    ¿Qué han aprendido en todo este proceso?
    Rodrigo: Mi caso es particular. Desde que me enteré de su enfermedad caí en una depresión bien fuerte hasta el día de su muerte… Ahora lo estoy llevando mucho mejor gracias a cómo él me ha preparado.  He aprendido a ver las cosas crudas, como son, y a ser feliz con eso.

    Carolina: Yo estoy aprendiendo a pedir un abrazo si lo necesito. Es bien difícil, sobre todo para mí que he sido tan hermética. Pero lo que sentimos es lo que sentimos. Con la pérdida de un papá se va la mitad de tu corazón. Entonces, por supuesto que se ha muerto algo en mí. Pero ahora vive otra cosa.  Antes mi papá era parte de mi vida, ahora vive en mí.

    ¿Cómo es su relación con él ahora?
    Carolina: Tengo una relación más cercana y más estrecha. Converso con él todos los días, cosa que antes no hacía. Lo tengo más presente así no esté físicamente. Le dedico trabajos, momentos y le agradezco también por la motivación. Es bonito pero difícil porque lo extraño. Quiero escucharlo, quiero contarle algo y que me aconseje. Pero igual, siento que mi papá nos ronda a todos. ¡Estoy esperando el momento en el que me joda!

    Alonso: Yo, cuando tengo algún estreno o algo importante le digo: ¡Ayúdame con esto! También, he heredado un par de perfumes suyos que los uso cuando quiero sentirlo cerca. Son maneras, ¿no? También, he adoptado alguna de sus cábalas. Él se miraba al espejo y decía: ¡Vamos Carlos Cano! Ahora yo hago lo mismo con mi nombre.

    Rodrigo: La muerte es difícil de creer al comienzo… Siempre me he intentando comunicar con mi papá de alguna forma. Le hablo en voz alta y sé que me escucha. No siento su presencia pero me siento conectado con él.

    Zivana: Yo sí siento su presencia todavía. Siento en la casa una energía positiva, siento que me protege y me acompaña.

    La función continúa…
    Carolina: Sí. Lo último que él quería era que el cáncer lo gane, pero lo bueno de todo esto es haber podido disfrutarlo en la manera en que lo hicimos. Ha sido raro pero las cosas salieron de una manera en la que todo estaba bien. Mi papá no se quedó demasiado tiempo en mal estado y tuvo tiempo de decirnos lo que quería. Hemos visto su miedo y su valentía y se fue en paz. Y, lo más importante, es que logró su propósito, que era que sus hijos estemos juntos y nos tengamos el uno al otro. Es lo que hoy en día somos.

    Fotos: Renzo Díaz Agency.
    Maquillaje: Alexandra Alcántara
    Locación: La Fara Barranco
    Un agradecimiento especial a: Sandra Temoche y Stephano Serquen.

     

    Por Sandra Roncagliolo

    sábado 18 de junio, 2016