Alexandra Barandiarán
Con ese brillo en los ojos que caracteriza a quien es realmente feliz, se mantiene alerta a las oportunidades y disfruta aprendiendo, desaprendiendo y, de vez en cuando, lanzándose al vacío.
Alexandra Barandiarán no cree en imposibles. Hace unos años aprendió que uno tiene que, con miedo o no, lanzarse a cumplir sus sueños. ¿Total? De eso se trata la vida. Esta dulce y simpática actriz se convierte los fines de semana en la princesa Carolina en la obra para niños El Herrero del Rey y se prepara para participar como asistente de dirección en una nueva película.
¿A qué edad descubriste que querías ser actriz?
De chiquita era rochosa nivel Dios. Mi mamá se la pasaba alquilando disfraces para los shows del nido y yo me la pasaba llorando en la escalera. Me daba roche hablar en público, exponer, bailar en una fiesta… Pero en los últimos años de colegio empecé a hacer teatro y me encantó. Y cuando hicimos Jesucristo superstar encontré en el escenario mi lugar feliz.
Y decidiste estudiar actuación…
Les dije a mis papás que quería ser actriz y ya te imaginarás. Hace 18 años la actuación no era una opción de carrera, así que como también me gustaba el marketing, entré a la Universidad de Lima a estudiar administración. Cuando vi la currícula dije ¡sobre mi cadáver! Yo no voy a llevar cálculo, finanzas, estadística, eso no me gusta. Así que ni siquiera le di la oportunidad a la carrera y en estudios generales me cambié a Comunicaciones.
¿Y seguías queriendo ser actriz?
Hacía lo que podía. En la época universitaria practicaba en una empresa y de ahí me iba a mi clase de actuación para tele. En los veranos me llamaban para hacer bolos o ser extra, pero cuando empezaban de nuevo las clases ya no podía por el horario. Cuando terminé la carrera empecé a trabajar en una trasnacional grande, tenía un puestazo en marketing y me iba muy bien…
Hasta que…
Fui a ver Cabaret con el chico con el que estaba en esa época y, cuando terminó la obra, él me preguntó “¿No te gustó?”. Yo le dije: “Me ha encantado. ¡No hay nada que me guste más que un musical”, “Entonces, ¿por qué tienes esa cara de tristeza?”, “¡Porque prefiero subir el telón que estar sentada en las butacas!”
Fue un momento revelador. ¡Era lo que yo sentía pero no me atrevía a aceptar! Entonces, a mis 26 años tomé la decisión de hacer lo que realmente me gustaba. Así que 3 meses después de esta conversación, renuncié a mi trabajo.
¿Qué dijeron tus papás?
Cuando le dije a mi papá casi se desmaya. Yo era la hermana mayor y la oveja negra, porque mi hermano estaba estudiando para ser médico, pero yo ya no quería dejar pasar más tiempo.
Y así empezó tu carrera de actriz
Me metí a un taller de canto en Preludio y una vez ahí no hubo forma de que me saquen. Luego, estudié actuación en Aranwa y en paralelo hice un taller de actuación para televisión. Durante casi dos años me dedicaba por las mañanas a la tele y por las noches al teatro.
Te volviste chancona
¡Chancona pero feliz! En Aranwa aprendí la disciplina, el respeto a la carrera. Estudiábamos en grupo para los exámenes, cosa que nunca había hecho en mi vida. Y un par de años después entré al taller de Alberto Ísola que es como una maestría para los actores.
Y aparecer en Al Fondo hay Sitio fue tu salto a la fama
Tuve un montón de suerte por las personas que se me cruzaron en el camino y las oportunidades que se abrieron. La entrada a Al Fondo hay Sitio fue clave. Entré por 10 capítulos más o menos pero me terminé quedando 4 años y medio.
Tu cara es muy dulce. Debe ser por eso que hasta ahora no has hecho un papel de mala. ¿Te gustaría?
¡Me encantaría! Y sería la verdadera malvada, porque las más malas no tienen cara de malas.
Y bueno, eres muy dulce pero sacaste tu lado sexy para hacer unas fotos que dieron que hablar…
Fue muy loco porque nunca imaginé hacer ese tipo de fotos para una revista. En mi grupo de amigas del colegio yo era la rochosa y la gordita. Ahora ellas se rayan y me dicen “¿Y tú qué crees, que tienes 18 años de nuevo?”
¿Cómo te animaste a hacerlas?
Un día, vi unas fotos que Chayo Saldarriaga le hizo a una actriz y le dije que me encantaría hacer algo así pero con él, que le tengo confianza. Al poco tiempo me llamó Lía Camilo para invitarme a participar en una sesión de fotos grupal con ella, Sofía Bogani y Katia Salazar. Dije “Ya, si he estado llamando esto con el pensamiento y además tengo la oportunidad de hacerlo con mis amigas más cercanas, es el momento. Tengo 33 años y me siento bien con mi cuerpo, así que no le doy más vueltas”.
¿Cómo reaccionaron tus papás con las fotos?
A mi mamá ya le había dicho. Y un día antes de que salga la revista, le dije a mi papá: “Tenemos que hablar. He hecho unas fotos subidas de tono, pero no se me ve nada. No quiero que te encuentres con la revista o que alguien te comente algo y no te hayas enterado por mí”. Me respondió: “Ahora resulta que eres una conejita de Playboy”.
¿Guardan la revista de recuerdo?
Mi mamá la tiene por ahí escondida pero yo la tengo encima de mi escritorio. Cuando tenga hijos y me digan que estoy vieja o gorda les voy a decir “Sigan fregando y les enseño la revista a sus amigos. Para que vean lo buena que está su madre”.
Dijiste que habías estado llamando esa sesión de fotos con el pensamiento. ¿Crees en el poder mental para atraer cosas?
Totalmente. Creo que con nuestra mente podemos lograr todo, pero tienes que sintonizarte contigo y con la energía de los que te rodean y empezar a captar cosas.
¿Cómo captas cosas?, ¿Crees en las señales?
Sí. Hay momentos en los que me pregunto si estoy yendo por el camino correcto. Y especialmente cuando entran las dudas, las señales llegan muy rápido.
Por ejemplo…
Este año estuve haciendo microteatro, cine y televisión, pero me sentía bastante desconectada del teatro. Fui a ver la obra Música y cuando apagaban la luz te juro que tocaba la pared y decía “Por favor quiero volver, por favor quiero volver…” Y a la semana me llamaron para hacer el casting de Blas, el zorrito audaz.
En el fondo sabes que va a pasar
Sí, tienes que confiar. Cuando quiero algo sé que las cosas se van a acomodar de alguna manera para que suceda, porque ya tengo 9 años comprobándolo.
También se trata de estar alerta a las oportunidades y mandarse. ¿Siempre te mandas cuando se trata de cumplir tus sueños?
Sí y te doy un ejemplo. En el 2014 estaba trabajando en la producción de Sweet Charity y antes de empezar la segunda temporada se fueron dos chicas del elenco. Así que me mandé y le dije al coreógrafo “Dime si crees que puedo. Si me dices que no, ni siquiera lo intento”. Me dijo que sí, así que fui donde Denisse Dibós y le dije: “Me tienes que poner”. Tuve que ensayar sola y seguir trabajando en producción, pero participar en un musical y en el Teatro Municipal fue para mí un sueño hecho realidad.
¿Y nunca has tenido miedo?
Sí. Esta profesión es difícil y con ganas. Hay años que son buenísimos y años que no tienes chamba pero, si tú quieres, siempre encontrarás la solución. A veces, cuando veo mi cuenta del banco digo: “Uy carajo, qué voy a hacer”. Entonces, empiezo a acosar a todos mis amigos que son jefes de castings o de locuciones y les digo que me llamen.
Además de esa inestabilidad, ¿qué otra cosa tiene de difícil la carrera de actriz?
Tienes que sacrificar cosas importantes. Pronto mi mejor amiga se casa y no voy a poder estar en la ceremonia porque tengo función de teatro…
Y también, para encarnar a sus personajes tienen que zambullirse en sus emociones…
Creo que todos los actores debemos hacer algún tipo de terapia porque jugar de esta manera con nuestras emociones es muy fuerte… A veces no sabes por qué te sientes mal y puede ser que estás arrastrando algo de algún personaje. Por eso, a mí me hacen reiki todas las semanas, desde hace 5 años. Lo descubrí en una época en la que estaba bajoneada y no lo estaba manejando bien.
¿Te ayudó?
Mucho. Yo era drama queen. Todos pasamos por eso hasta que nos damos cuenta y nos preguntamos «¿Por qué estoy llorando?», «¿Por qué me he peleado con tal persona?» Y aprendes a ver las cosas con su peso real. Y sí, hay que aprender a decir que no a ciertas personas y lugares que te roban energía, porque la energía hay que guardarla para cosas importantes. La vida es corta.
¿Y qué haces con las cosas que te molestan y solucionarlo no depende de ti?
¿Tiene solución? ¡Soluciónalo!, ¿No tiene solución? Entonces, ¿para qué te preocupas? Por ejemplo, ya no peleo con el tráfico. Un día dije ¡basta! Voy a estar en la Javier Prado una hora lo quiera o no, así que tengo dos opciones: o ir puteando a todo el mundo o ir cantando, así que elegí la segunda.
¿Qué pasa cuando tienes pena?
Me permito sentirla. El rodaje de Utopía, por ejemplo, fue muy duro. Conocí a algunos de los papás de los chicos que murieron esa noche y tienen esa mirada triste… Ellos se emocionaban al ver el parecido de los actores con sus hijos. Nos agarraban la mano y nos contaban cómo fue que perdieron la vida. La mamá de Álvaro Sayán, el bartender que salvó a 12 chicas antes de morir, me abrazó y me dijo: “Solo quiero entender por qué entró por ellas”. ¿Qué le puedes decir a alguien que ha perdido a su hijo de una manera tan terrible? Después de las grabaciones yo llegaba a mi casa a abrazar a mi mamá y llorar.
Que tantos jóvenes hayan muerto de una manera tan absurda, nos golpeó a todos. Si ver la película conmueve, imagino que grabarla debe haber calado hondo en los actores… ¿Te hizo pensar en la fragilidad de la vida?
Sí… Yo creo que venimos tatuados con nuestra fecha de expiración, y esa fecha tiene minutero y segundero. Cuando dejas de tenerle temor a la muerte y sabes que esta vida es solo un tránsito para evolucionar como alma, empiezas a entender que hay cosas que tienes que hacer y otras que no valen la pena. La única misión que tenemos en esta vida es ser lo más felices que podamos. Y hacer felices a los demás en la medida que esté en nuestras manos. Después nos vamos, regresamos…
¿Regresamos?
Soy fiel creyente de que esta no es la primera ni la última vida. En cada una de nuestras vidas tenemos algo que soltar y algo que aprender, y siento que ahora me ha tocado soltar el esquema de la cuadriculada, “el deber ser”. Con el tiempo he aprendido que solo lanzándonos al vacío tenemos posibilidades, porque el vacío lo tiene todo. Nos puede ir mal, más o menos o formidable, pero tenemos que intentarlo.
Desde que fuiste a ver Cabaret y tuviste tu momento revelador, te dedicaste a cumplir tus sueños
Sí, aunque lo más fácil hubiera sido quedarme llorando, pero no hay que tenerle miedo a los sueños. Yo había terminado mi carrera, tenía trabajo y “no estaba en edad de arriesgarme”. Además, la sociedad limeña es castrante y yo, que venía de un colegio de monjas, podía pensar “ahorita debería estar casada y con tres hijos”…
¿Te gustaría?
Me gustaría pero creo que todavía no es el momento. Este año ha sido de autoconocimiento. He aprendido a disfrutar estar conmigo misma y valorar mi espacio.
¿Estás soltera?
Sí. He tenido relaciones bien largas pero ahora estoy soltera y tranquila con eso. En otros periodos de soltería no lo estuve tanto y eso me llevó, quizá, a no hacer buenas elecciones, porque confundí un poco el deseo de estar con alguien con el de conectar con alguien y eso se tiene que dar de manera natural.
Pero seguro hay varios galanes por ahí rondando… o amigos que te quieren presentar a alguien…
Y claro que hay presión social. “¡Ay estás sola! Te voy a presentar…” ¡Odio que hagan eso! Si me quieren presentar a alguien que no sea obvio que me quieren emparejar, eso me pone nerviosa.
Dicen que estar con un actor o actriz no es nada fácil
Admiro a las personas que están con actores y actrices porque nuestros horarios no son fáciles. No llegas al lonche de la abuelita, no puedes ir a todos los cumpleaños, tienes que ensayar hasta las 3 de la mañana o te tienes que chapar a este o al otro…
¿Alguna vez a algún chico no le ha gustado algo de tu carrera?
Una vez me dijeron: «No voy a estar más contigo porque vas a chapar en esta novela». Y bueno, este es mi camino de vida y me costó tomar la decisión de dedicarme a esto, así que el día que venga alguien a decirme que no lo haga tendrá que entender que esto no es negociable. La actuación es mi gran amor.
¿Te gustaría escribir, dirigir, cantar?
Cantar me encanta, pero aunque me defiendo, no soy cantante. Ahora estoy muy entusiasmada porque voy a asistir a Jesús Álvarez en la dirección de su nueva película en la que, además, tengo un papel chiquito. Escribo mucho, tengo el carro lleno de libretas y el espejo de mi baño lleno de post its. Apunto ideas para no olvidarlas, en algún momento tomarán forma.
Te gusta mucho hacer teatro para niños, ¿no cierto?
Sí, estoy feliz porque el próximo año seguiremos con las otras dos obras de la trilogía Blas, el zorrito audaz. Y ahorita acaba de empezar la temporada de El Herrero del Rey en el Teatro de Lucia, obra en la que interpreto a la princesa Carolina. Disfruto mucho trabajando con niños, de hecho cuando era más chica quería estudiar educación inicial, es mi carrera frustrada…
Bueno yo diría que estás haciendo todo lo que te gusta. Todo a la vez
Esa es la fórmula, ir encontrando cositas que me van llenando.
Fotos: Javier Rivero
Dirección de arte: Rizvan Saric
Styling: Stephanie Hann
Maquillaje: Maritza Mercado
Ropa: H&M
Un agradecimiento especial a:
Ximena González, Luciana Maresca,
Bezel Tello, Akemi Acosta y Suzetti Hananel
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