La Yunza Negra de la familia Ballumbrosio
Aprovechamos el carnaval para visitar a una de las familias más emblemáticas de El Carmen y participar en una de sus más importantes celebraciones.
Para quienes vivimos en Lima, recorrer 204 kilómetros para llegar a El Carmen siempre valdrá la pena. Especialmente, si es carnaval.
Este distrito, creado en 1916, se encuentra en la calurosa provincia de Chincha que integra la región Ica. ¿Qué tiene de especial? Que es la cuna del folklore afroperuano. Ahí llegaron los esclavos africanos en la época colonial para trabajar en las haciendas y hacer su aporte para convertir el Perú en el país de todas las sangres que ahora conocemos.
Los afrodescendientes tienen ese no sé qué que hace que parezca que siempre están felices (o que, por lo menos, lo intentan). A pesar de su sufrido pasado de discriminación y negación de derechos humanos, encontraron en la música y la danza la mejor manera de expresarse. Y esa esencia, enriquecida con «un poquito de aquí» y «un poquito de allá», dio como resultado la cultura afroperuana de la que nos sentimos tan orgullosos y podemos disfrutar en su estado más puro en El Carmen.
“El Carmen mantiene las tradiciones que vienen de la época de los jesuitas, que gobernaron durante 200 años y, entre otras cosas, introdujeron el violín y los cantos religiosos. Esas tradiciones, que desaparecieron en otros barrios negros debido a la gran migración de la sierra a la costa, aún se mantienen en ese lugar”, dice Henry Mitrani, reconocido historiador peruano.
Negros presuntuosos
Por eso hoy, lejos de la época colonial, seguimos disfrutando del espectáculo que nos ofrece el zapateo, que empezó a realizarse a ritmo de violín y recién a partir los años 70 con el cajón que llegó de Lima y que, −cuenta Henry− “es un zapateo más peruano que africano”, y otras tradiciones como la yunza, que es una costumbre prehispánica que continuó en las épocas del Virreinato y la República y se enraizó en otros pueblos formados por quienes llegaron de otros continentes, como en este caso.
La alegría y rica cultura de los afroperuanos se siente, se vive y disfruta en El Carmen. Cada uno de sus habitantes se siente orgulloso de su origen y tradiciones. Entre ellos se dicen “negros”, cosa que los recién llegados evitamos hacer para no ser irrespetuosos o evitar que se sientan ofendidos. Nada de eso. Ellos mismos dicen: “Somos negros, no morenos”.
La yunza negra
“La yunza es una costumbre andina pero, como todas las tradiciones, cambió cuando se juntó con otra cultura. Nuestra yunza es más sensual porque acá le han dado ese toque, más pícaro… desde las coplas al baile”, cuenta Camilo Ballumbrosio, integrante de una de las familias emblemáticas de El Carmen, mientras vuelve a abrir el hueco que hace unos años hicieron en la pista especialmente para esta celebración.
En ese lugar plantarán la rama de sauce que seguidamente irán a podar. Luego, le colgarán regalos y esperarán que llegue la noche para, en medio de la fiesta, tumbarlo a punta de hachazos. En todo este proceso, ayuda el que quiere y como puede. “Todo es tradición. Esto es lo rico de estas fiestas, que no hay nada armado. No es que esté estipulado quien va a venir a hacer qué. Acá estamos haciendo el hueco, pero venga quien venga va a participar en algo…”, continúa Camilo.
A la yunza se le conoce en los andes como cortamonte. Los campesinos hacían ese pago a la tierra en agradecimiento a una buena cosecha. Y como El Carmen es un pueblo de campesinos, cuando llegaron los esclavos africanos, las costumbres se enriquecieron. A ese ritual se unió la música y el baile y dio origen a la yunza negra, que solo existe en El Carmen. Cada fin de semana de febrero una de las familia está a cargo de una. La más popular es la de la familia Ballumbrosio, pieza clave del desarrollo cultural de la zona y la difusión del folklore negro.
“Mi mamá hacía una yunza como esta afuera de nuestra casa. Como somos amigos de mucha gente, comenzaron a llegar nuestras amistades y poco a poco creció”, cuenta Camilo que junto a sus hermanos se encargan de preservar, difundir y hacer crecer esta tradición.
Mientras tanto Miguel, su hermano, se encarga de las bebidas. Pone a helar las cervezas y ya tiene lista la tutuma, un macerado de la fruta en pisco y vino que se prepara con anticipación. “Dicen que el trago de la tutuma es afrodisíaco. Aquí lo usamos para darle un plus a la vida sexual. Además, es mellicero. Tomas tutuma y haces mellizos. Mucha gente del pueblo dice eso…”, cuenta. Y debe ser cierto, porque él es mellizo y dentro del gran clan Ballumbrosio (son 15 hermanos, todos hijos de Amador, gran músico y zapateador) hay 2 pares de mellizos.
La yunza negra es abierta al público, locales y todo el que quiera llegar (y cada vez llegan más). El evento ha ido evolucionando. Antes eran fiestas acústicas, pero ahora tienen un equipo de sonido y baños portátiles. Lo importante es que, como dice Miguel, el ritual es el mismo. En él, los bailarines hacen lo suyo al ritmo del “Huanchihualito”, canción con coplas que corean alrededor del árbol hasta que cae. Y tanto ellos como los espectadores disfrutamos de su ritmo enérgico, sensual y tan difícil de imitar. La alegría y picardía contagia a los visitantes, que recibimos la madrugada entre platos tradicionales como carapulcra con sopa seca y anticuchos. Y claro, para el desayuno nos espera un buen tamal chinchano.
Febrero es un buen mes para visitar El Carmen, pues siempre habrá algo que hacer. En el resto del año seguro encontrarás algún zapateador o bailarines en la plaza (recomendamos ver las redes de la Municipalidad para estar al tanto de los eventos) pero en las fiestas de carnaval se puede disfrutar del ritmo negro en todo su esplendor.
Reportero gráfico: Fernando Prieto Figueroa
Un agradecimiento especial a:
Ximena González, Mariana Becerra,
Estefani Carmona, Juan Felipe Oliva,
Miguel Ballumbrosio y Camilo Ballumbrosio.
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