Manos a la Olla
En medio de la crisis sanitaria y económica que golpea a nuestro país, un grupo de mujeres jóvenes asume el liderazgo que los políticos han dejado de lado para resolver lo urgente.
No es nada nuevo que el índice de pobreza en nuestro país es alto. Tampoco es novedad que cambian los presidentes pero la situación no mejora. Este problema se agudizó el año pasado y, todo parece indicar, que no tendrá solución en un corto plazo. En medio de este escenario nació Manos a la Olla, un colectivo formado por mujeres jóvenes que ponen sus conocimientos a disposición de la sociedad para acompañar y fortalecer cuatro ollas comunes de la zona de Lima Sur: “La Esperanza”, “La Milagrosa” y “Virgen de Fátima” en Villa María del Triunfo y “Con unión todo se puede” en San Juan de Miraflores.
El hambre no espera
Les dicen que se laven las manos pero no tienen agua. Les dicen que no salgan de su casa pero si no lo hacen no tendrán ningún ingreso. Las instrucciones son simples pero para la mayoría de pobladores de Lima Sur muy difíciles de llevar a cabo. Algunas veces ni siquiera se enteran de las medidas decretadas por el gobierno porque tampoco tienen acceso a Internet.
Saben que los políticos están ocupados en su pugna de poderes, así que sentarse a esperar un bono, canasta o que les llegue alguna ayuda preelectoral no es una opción. Los líderes y lideresas de las ollas comunes hacen lo que pueden para que nadie se quede con hambre. La segunda cuarentena lejos de encontrarlos preparados los encontró bastante golpeados. Sin embargo, aunque todo esté en contra, la unión hace la fuerza.
Acompañar para fortalecer
Gianina Melendez, Andrea Rojas Montoya, Mónica Albuquerque, Estefanía Collazos, Talía del Pino y Rossana Huapaya son un grupo de amigas, todas profesionales de entre 26 a 32 años que comparten ideales de justicia, colectividad e igualdad de oportunidades.
Aunque no han sufrido directamente las adversidades de la pobreza saben que sacar adelante al país es tarea de todos. Por eso, a finales de junio del año pasado se comprometieron a trabajar de manera voluntaria compartiendo sus conocimientos con los líderes y lideresas de las ollas comunes para que mejoren sus procesos y de esta manera estas instituciones se fortalezcan.
“Creemos que lo fundamental para el desarrollo social es tener personas con mayores herramientas dentro de las comunidades. Entendemos que tienen dificultades y por eso no pueden seguir surgiendo. El colectivo nace con esa mirada de poder capacitar a los líderes para que todos sepan cuáles son sus derechos como ciudadanos, cómo cumplir con sus deberes, cómo hacer una demanda al gobierno y cómo trabajar organizados para aportar al desarrollo de su comunidad”, cuenta Gianina.
Con ellas, los líderes y lideresas de las ollas comunes aprenden sobre gestión de donaciones, ética, transparencia, comunicación interna, comunicación externa, relaciones comunitarias, resolución de conflictos y cómo formar un comedor más adelante si así lo desean.
En Manos a la Olla no están a favor del asistencialismo, todo lo contrario. Saben que para reducir las brechas de desigualdad, este acompañamiento tiene que ser una atención integral que considere las capacidades de los individuos. El trabajo de una comunidad es de todos, tanto del gobierno como de las personas.
Juntas por el bien común
Gianina, Mónica y Andrea son trabajadoras sociales. Gianina se encarga de las relaciones comunitarias y mantiene contacto permanente con instituciones y con los líderes y lideresas de las ollas comunes. Comparte esta labor con Mónica, que integra este colectivo porque está segura de que con su trabajo podrán hacer que más personas pongan sus manos para que cada vez más peruanos tengan acceso a una alimentación digna.
Andrea se encarga del planeamiento y gestión de proyectos. Asigna las tareas, organiza las actividades y está pendiente de que se cumplan los objetivos. “Manos a la Olla es una forma de recordar y recoger la alegría de la vida pese a las adversidades. Ver el crecimiento de las lideresas me inspira y genera mucha fortaleza”, cuenta.
Talía, que es comunicadora social, maneja las comunicaciones y relaciones públicas, hace el primer contacto con las instituciones que deseen hacer alguna donación, atiende a los medios de comunicación y contribuye a mostrar el trabajo de Manos a la Olla en las redes sociales.
“Las lideresas de las ollas comunes son ejemplo de crecimiento y fortaleza, ellas son inspiración para mí. Considero que es importante generar espacios en los que se difunda este tipo de iniciativas sociales para que puedan tener un mejor impacto y mayor alcance”, dice.
Las redes sociales, además de ayudarlas a llegar a más personas, les sirven para mantener la transparencia, valor fundamental para las integrantes de Manos a la Olla que reciben donaciones de personas que no las conocen personalmente.
Estefanía, que es abogada, es quien se encarga de la auditoría y transparencia. Con su trabajo fortalece los conocimientos y la confianza de los líderes y lideresas de las ollas comunes. Rossana es publicista y quien lidera la gestión de las redes sociales. Hasta el año pasado trabajó en una ONG enfocada en familias en situación de vulnerabilidad y ahora pone sus conocimientos a disposición del colectivo. “Tengo claras las necesidades de este grupo porque sé que el Estado y gobiernos locales no son eficientes para hacer frente a una crisis que cobra vidas no solo a raíz del covid sino también (y lo más triste) a raíz de la falta de alimentación en niños, adultos y personas de edad avanzada. La cuarentena no nos ha afectado a todos por igual y si los que nos encontramos en situación privilegiada no ayudamos desde nuestras posibilidades entonces no deberíamos cuestionar por qué nuestro sistema sigue fallando”, dice.
Las integrantes de Manos a la Olla, además, tienen un grupo de WhatsApp que les sirve para resolver las dudas de la comunidad y compartir con ellos información clara y precisa sobre las nuevas medidas del gobierno. El colectivo empezó con la idea de que dure seis meses pero como la crisis continúa han renovado su compromiso para seguir durante todo este año.
Transparencia que fortalece la confianza
Manos a la olla implementó en las ollas comunes cocinas semi industriales, balones de gas, ollas y utensilios de cocina, porque para el colectivo, además de que se alimenten de la mejor manera posible es muy importante que cocinen en condiciones dignas y saludables.
Ahora la ayuda reciben es monetaria. Estas donaciones les dan independencia a los líderes y lideresas y les enseñan a trabajar con transparencia entre organizaciones. Ellos elaboran una lista de lo que necesitan. Las integrantes de Manos a la Olla la revisan, luego realizan sugerencias y observaciones y proceden a hacer el depósito. Todas las compras son reportadas a través de boletas, declaraciones juradas, fotos y videos. Hay una constante comunicación que ayuda a fortalecer los lazos de confianza.
Las mujeres de la comunidad realizan un trabajo intenso pero bien organizado. Coordinan para cocinar por grupos de manera rotativa durante la semana y dejar todo limpio y ordenado para el grupo que le toque hacer lo mismo el día siguiente.
Cuarentena digna para ollas comunes
Manos a la Olla está en plena campaña para recibir donaciones. El objetivo es que las cuatro ollas comunes puedan abastecerse de alimentos nutritivos para que preparen desayunos, almuerzos y cenas para las más de cien personas que cada una recibe a diario.
El presupuesto mensual es de 20 mil soles por olla común. Esto, además de los alimentos, cubre el precio del gas, pues uno de los objetivos del colectivo es que dejen de cocinar con leña, lo que aún hacen porque el precio del gas es mayor que en las zonas urbanas por la distancia que se debe recorrer para entregarlo. También, incluye los gastos de movilidad de quienes realizan las compras, porque como no tienen acceso al transporte público tienen que caminar una hora por un camino agreste y repetir ese proceso cada dos días pues no tienen una refrigeradora en la que puedan almacenar las carnes y verduras.
También están incluidos los elementos de bioseguridad que por la coyuntura tienen precios elevados y son imprescindibles. Tener lejía y alcohol es esencial porque no tienen conexión directa de agua potable. El camión cisterna las abastece de mil litros que deben durar toda la semana y, si no alcanza, tienen que recurrir a las vecinas para pedirles que donen un balde.
Todas las donaciones son bienvenidas. Quien no pueda aportar dinero puede hacerlo con sus conocimientos, lo importante es lograr que las ollas comunes sean cada vez más organizadas y tengan mayores herramientas para atender a su comunidad. Es momento de ser solidarios y recordar que todos nos enfrentamos a un enemigo común y solo ayudándonos entre todos es que saldremos adelante.
Las integrantes de Manos a la Olla dan el ejemplo de cómo la gestión de la crisis puede significar una gran oportunidad para que nuestro camino de recuperación sea más sostenible e inclusivo.
Cualquier contacto o donación pueden hacerlo a través de sus redes sociales Instagram y Facebook.
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