Caminando Juntos
Un grupo de jóvenes unen esfuerzos para mejorar la calidad de vida y la autoestima de niños y adolescentes del país. Los voluntarios les entregan zapatos en buen estado para que puedan realizar sus actividades con seguridad, comodidad y dignidad.
Para muchas personas caminar descalzos es su manera favorita de aumentar su bienestar. La sensación de libertad que ofrece quitarse los zapatos y pisar la hierba fresca o la arena húmeda los revitaliza y, entre otros beneficios, los ayuda a liberarse del estrés.
Ocurre todo lo contrario cuando caminar sin protección se hace por obligación y no por elección. Lejos de ser una actividad terapéutica causa incomodidad, aumenta el riesgo de contraer enfermedades y afecta la autoestima. Lamentablemente, esta es la realidad de muchos niños y adolescentes de nuestro país, que no tienen un par de zapatos que les brinde confort y seguridad para que puedan realizar sus actividades con normalidad.
Pensando en ellos y en mejorar su calidad de vida, un grupo de jóvenes voluntarios crearon Caminando Juntos, una iniciativa social que recibe donaciones de zapatos y, después de renovarlos, se los entrega.
JÓVENES VOLUNTARIOS
Cuando Lucía Torres, Marianna Arias e Ivana Velazco estaban en el colegio tuvieron que realizar 40 horas de voluntariado como requisito para confirmarse. Después de completar el tiempo obligatorio, continuaron yendo los sábados con el grupo del colegio y cuando terminó la etapa escolar lo hacían por su cuenta.
Para visitar el asentamiento humano 15 de Noviembre en Villa María del Triunfo tenían que tomar 3 micros, un colectivo y un mototaxi. En el camino notaban cómo el paisaje iba cambiando y en algunas zonas muchos pobladores no podían cubrir sus necesidades básicas. Ahí nació la idea de hacer algo para ayudarlos.
Ya en la universidad Lucía conoció a Rodrigo Guinand, que también tenía experiencia en voluntariado y ganas de seguir ayudando. Durante algunas reuniones de estudios empezaron a intercambiar ideas y, cuando la crisis sanitaria que se desencadenó por el COVID expuso más que nunca la brecha social que existe en nuestro país y evidenció la desatención del gobierno a las zonas más desfavorecidas, supieron que había llegado el momento de concretarlas.
CUIDANDO SUS PASOS
Lucía y Rodrigo coincidieron en que a muchos niños y adolescentes que habían conocido les hacía falta un buen par de zapatos que los proteja.
“El distrito al que iba con mis amigas está a la altura del cerro y, como el camino no está asfaltado, en invierno la tierra se hace lodo. Como no hay saneamiento, los deshechos del baño pasan por surcos que los mismos vecinos han hecho. Además, hay basura, botellas y piedras. Los niños caminan sin protección y además de tener frío, pueden contraer infecciones al estar en contacto con tantos microbios de manera tan directa”, cuenta Lucía.
Lucía y Rodrigo empezaron a darle forma al proyecto y se lo presentaron a Marianna, Ivana y a Cristel Tapia, a quien Lucía conoció cuando realizaba prácticas preprofesionales. Cada uno, con talentos diferentes y complementarios, aportaron su tiempo y conocimientos para sacar adelante la organización.
PISANDO FUERTE
Caminando Juntos empezó donando calzado para cubrir una necesidad física, pero al poco tiempo se dieron cuenta de que iba más allá.
Para los niños, caminar descalzo o usar zapatos de otra talla durante su etapa de crecimiento, además de exponerlos a infecciones o a desarrollar malformaciones en sus rodillas y columna, impacta negativamente en su salud emocional, dificulta que realicen sus actividades con normalidad, su proceso de aprendizaje y que disfruten de esta etapa de su vida.
“Luego de investigar más y de conversar con los padres de los beneficiarios nos dimos cuenta de que tener zapatos también tiene un componente emocional, pues el calzado en mal estado es un signo muy visible de pobreza. Un niño se da cuenta cuando no tiene zapatillas para jugar o cuando sus zapatos son heredados de sus hermanos y los debe usar aunque no sean de su talla. Esto lo hace más inseguro y desarrolla en él un sentimiento de inferioridad. Además, como en una comunidad no todos tienen la misma situación económica, un niño que no tiene zapatos es blanco del bullying”, agrega Lucía.
La idea del proyecto evolucionó. Se unieron Camila Pérez y Claudia Vera a la plana directiva y cada uno de los integrantes tiene a cargo un área de la organización.
El principal interés de Caminando Juntos es fortalecer la autoestima de los beneficiarios. Por eso están trabajando para que en cada actividad, además de recibir las donaciones, ´participen en talleres que les permita desarrollar sus habilidades sociemocionales.
UN MEJOR PAÍS PARA TODOS
La visión de Caminando Juntos es transformar las condiciones de vida de las comunidades vulnerables del Perú mientras generan conciencia social. Para ello realizan campañas en los colegios para que los niños y adolescentes más favorecidos conozcan la situación de personas de su misma edad y compartan lo que tienen. Además, fomentan el cuidado del medio ambiente al reparar zapatos y zapatillas para seguir usándolos.
Además de los directores, el equipo está conformado por 29 voluntarios que se involucran tanto en la estrategia y planificación de las campañas como en las actividades presenciales. A ellos se suman los “caminantes” que participan en las actividades de acuerdo a su disponibilidad.
El proceso de cada campaña es el siguiente:
– Recolectan. Tienen puntos de acopio donde los donantes dejan sus zapatos.
– Limpian. Se encargan de que los zapatos queden en óptimas condiciones.
– Entregan. Realizan actividades en las que niños y adolescentes reciben un par de zapatos de su talla.
¿CÓMO AYUDAR?
Pueden donar:
– Dinero. No hay monto pequeño, todo los ayuda a cubrir los gastos de implementos de limpieza y transporte.
– Tiempo. Pueden formar parte del equipo como voluntarios o como embajadores, mediante la difusión de las actividades a través de redes sociales y contactos.
Caminando Juntos ya ha entregado calzado a más de 1500 niñas, niños y adolescentes en 8 comunidades diferentes de Lima y provincias.
Los jóvenes voluntarios están satisfechos por el crecimiento de su organización. Acaban de obtener el permiso de la SUNAT para poder ser una entidad que pueda emitir certificados de donación, lo que les permitirá recibir aportes de las empresas.
La motivación del equipo también va en aumento. “No solamente hemos evolucionado como organización, también hemos crecido como personas. El proyecto está creciendo y eso además de beneficiar a otras personas nos ayuda a potenciar nuestras capacidades y habilidades de liderazgo y de trabajo en equipo. Es super enriquecedor”, finaliza Lucía.
Para estar al tanto de las actividades de Caminando Juntos pueden seguirlos por sus redes sociales:
Facebook: caminandojuntos.pe
Instagram: caminandojuntos.pe
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