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    Jesús Neyra

    Hace unos años, dejó el fútbol profesional para dedicarse a la actuación. Su decisión arriesgada resultó acertada, lo confirma cada vez que sube a un escenario.

    Jesús (o Jota, como lo llaman su familia y amigos) actúa, baila, canta y dirige. Tiene claro que para poder dedicarse siempre a lo que le gusta, debe ser un artista completo.

    Por estos días, acaba de terminar de grabar la película Seductores Irresistibles, opera prima de Jorge Velarde y Rodrigo Viaggio que marca su debut en la pantalla grande. También, interpreta a Roland en Constelaciones, obra en la que comparte escenario con Gisela Ponce de León y habla sobre las infinitas posibilidades en una relación. Además, se mete de lleno a los ensayos de Jauría, obra que dirige y se estrenará en junio.

    Jesús Neyra VIAN MAGAZINE

    Tu nombre tiene bastante peso. ¿Te lo pusieron por algo en especial?
    Sí. Cuando mi abuelo paterno estaba muy enfermo, mis papás fueron a verlo, y él le dijo a mi mamá: “Tú estás embarazada. Vas a tener un hijo y le vas a poner mi nombre”. Mis papás estaban separados, así que eso no estaba ni planeado, pero mi abuelo tuvo esa certeza. Además, le dijo la fecha en que yo iba a nacer y nací bastante cerca. Por eso me llamo Jesús Adalberto, como él.

    ¿Conociste a tu abuelo?
    No lo llegué a conocer.

    ¿Crees que hay algo que no percibimos pero que nos conecta con los demás? En Constelaciones, por ejemplo, se habla de los universos paralelos…
    Esta obra, sobre todo, me ha abierto esa posibilidad. Dice que todos, seres vivientes y no vivientes, somos partículas que estamos en constante movimiento y que eso es lo que nos une. Por eso yo siempre recomiendo que vengan a ver Constelaciones con la mente abierta, porque de lo que hablamos en ella ya está comprobado científicamente, solo que claro, para aceptarlo tendríamos que quitarnos el chip de cómo es la realidad y cómo funciona el mundo. No es que te puedas cruzar con tu universo paralelo, ¿no?

    Si somos nosotros los que elegimos entre todas las posibilidades, es probable que en algún momento nos pongamos a pensar en qué hubiera pasado si nuestra decisión hubiera sido diferente. En tu caso, por ejemplo, aunque te iba bien en el fútbol decidiste dejarlo para dedicarte a la actuación. ¿Te has puesto a pensar en cómo sería tu vida ahora si fueras futbolista?
    Sí, claro. El año pasado sobre todo fue una gran prueba con el Mundial, porque varios amigos que jugaron conmigo fueron parte de la selección. Entonces, me hice esa interrogante… pero luego, después de unos momentos de tambalear, me di cuenta de que la actuación es mi pasión. Terminé reafirmando que esto es lo que quiero hacer. Pero siempre me divierto pensando “qué hubiera sido de mi vida si…”

    Te diviertes, no te atormentas…
    Para nada.

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    ¿Qué hubiera pasado si hubieras ido al Mundial?
    Creo que este Jesús no sería amigo de ese Jesús, porque son personas completamente distintas. Eso me hace valorar mi decisión. Tal vez la hubiera pasado bien un rato, pero estoy contento con el entendimiento que tengo de la vida, que no sé si lo hubiera podido tener si fuera futbolista.

    ¿Y qué pasa con los amores del pasado? ¿Alguna vez piensas «cómo sería mi vida si me hubiera quedado con esta persona»?
    Sí, pero en el caso de los exs es más inmediato, ¿no? Por suerte necesitas unos 30 segundos para darte cuenta de nuevo de que tomaste una buena decisión al separarte ja, ja.

    Pero a veces no, ¿no? A veces esos 30 segundos se convierten en 30 minutos o 30 días… y te da curiosidad y empiezas a ver las redes sociales…
    Sí, pero no hay que stalkear pues ¿no?

    ¿Ni pensar demasiado en el pasado?
    El pasado me imagino que está para poner en perspectiva todo y hacer un gran análisis de lo que fuiste y de lo que eres ahora, para seguir creciendo. Yo hace algunos años decía que no me arrepentía de nada de lo que había hecho, y aunque eso ha cambiado, igual sigo sintiendo que no quisiera regresar al pasado para cambiar nada, porque siento que esto es lo que me ha tocado vivir y está bien.

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    Cuando tienes que tomar una decisión y elegir entre posibilidades igual de atrayentes, ¿a quién escuchas? ¿A tu cerebro o a tu corazón? ¿Haces un trabajo de introspección o pides consejos?
    Es una mezcla de varias cosas. Le hago mucho caso a mi intuición, esa primera sensación es la que siempre me retumba. Luego, pido consejos a las personas en las que confío mucho, regreso a la introspección y, por último, y con mucho miedo, tomo la decisión pensando “ojalá no la esté cagando” y todo ese tipo de cosas.

    Creeríamos que por ser hermano de Gianella, estudiar actuación fue para ti una elección que se dio naturalmente, pero alguna vez contaste que cuando la acompañabas a grabar, no te gustaba. Fue años después, en el colegio, que descubriste que querías ser actor. Entonces, ¿resulta que sí era tu vocación?
    Gran pregunta. No sé si es vocación porque en ese momento yo quería ser futbolista. Jugaba desde los 6 años y mi alimentación y mi rutina estaban enfocadas para conseguir eso. Es verdad que no me gustaban las grabaciones, pero creo que era por celoso. Yo era muy chico y quería ir con mi hermana al cine o al teatro y me la estaban quitando.

    ¿Cómo fue ese gran descubrimiento de que querías ser actor?
    Yo jugaba en Alianza pero estaba en un colegio en el que, en esa época, era sumamente castrante y no me dejaban ir a entrenar. Entonces, me cambié a los Reyes Rojos, que tenía un convenio con mi club. Cuando Constantino Carvallo, fundador del colegio, me vio, me dijo: “tú vas a ser artista, no futbolista”. Yo le respondí: “¿Qué estás hablando? Yo voy a ser futbolista. Y eso pensé hasta que actué en una obra.

    ¿Qué sentiste cuando actuaste por primera vez?
    Algo que no había sentido nunca. Es una adrenalina similar a la que se siente al estar en un partido, como un terror al vacío… No sabes qué va a pasar pero simplemente vas a dejar todo de ti.

    Y en una obra y un partido el tiempo es limitado
    Sí. Si hacemos una analogía, por ahí de repente puedo encontrar una vocación, si podemos llamar vocación al hecho de querer sentirme al límite y adrenalínico con algo.

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    Futbolista o actor igual ibas a ser un personaje público. ¿Qué es lo mejor de serlo?
    Lo mejor son las extrañas ventajas que se obtienen por ser conocido. Como cuando no tienes una reserva en un lugar y de la nada te la dan o los regalos que recibes.

    ¿Y lo peor?
    Las cosas malas son claras, ¿no? Por ejemplo, no poder salir de una fiesta ebrio, como cualquier persona…

    Especialmente ahora que es tan fácil sacar un celular, tomar una foto, colgarla en redes y exagerar un poco todo…
    Hay como un sentido de pertenencia con las personas que no te conocen pero tienen una imagen de ti a la que tienes que responder de alguna manera. Eso es lo más jodido. Ellos se están encontrando con la proyección de lo que ven en una pantalla o en un escenario y muchas veces creen que eres como tu personaje, por ejemplo. La paranoia es una palabra recurrente en nuestras mentes pero tenemos que ir ahí, calmándole.

    ¿Te ha pasado alguna vez que te han dicho algo creyendo que eras alguno de tus personajes?
    En esta última novela, Mi Esperanza, hice de malo. La gente me decía en la calle que no le haga algo a tal personaje… Una vez alguien me dijo: “Te voy a sacar la mierda. Te voy a buscar, huevón”. Y luego se rió: “Ah, verdad que tú eres el actor”.

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    ¿Qué haces cuando eso pasa?
    Me quedo callado… A mí me pasó algo parecido cuando era chibolo. Estaba en el aeropuerto con mi familia y me encontré con Julián Legaspi, que en ese momento hacía de Calígula, y no podía saludarlo. Me daba miedo porque pensaba que me iba a matar. Entonces, ahora con ese personaje me pasaba algo así. Cuando la novela estaba al aire los niños me miraban en la calle y se escondían detrás de su mamá. Es divertido eso también un rato.

    ¿Y cuando te critican en las redes sociales?
    Ahora todos son interlocutores y líderes de opinión. Yo no peleo. Ando pegado a Instagram y Twitter, pero he dejado de ser un activista de la situación.

    ¿Lo eras?
    Hace unos años era una persona distinta. Me sentía cómodo haciendo ese tipo de cosas, pero ahora no me nace. No me hace sentir muy bien conmigo mismo porque siento que no es real.

    ¿Qué es lo que no te gusta?
    Siento que son muchas cosas. Lo que vemos en las redes son personas detrás de una pantalla, pero en realidad no las conocemos. Entonces, no son reales, digámoslo así. También, lo que me perturba un poco es cómo la imagen se ha vuelto lo más importante para la sociedad. Todo empieza a afectarte a través de cómo te ve el otro, entonces lo que en verdad eres queda relegado.

    ¿Algo pasó para que te deje de gustar? ¿Es porque has crecido o porque el hecho de ser actor y tener que ponerte en los zapatos de otras personas te lleva a una búsqueda interna importante?
    Fui a España, creo que eso pasó. Estuve un año en Madrid estudiando y viviendo solo y pude encontrarme con seres humanos a los que les importa mucho más estar con ellos mismos que crearse en base al otro. Además, antes era más chico, entonces mis decisiones no tenían tanta importancia porque “siempre hay un mañana”. O sea, ahora también, ¿no? Ja ja pero ahora pienso si lo que hago va a ser relevante y si las consecuencias de eso están de acuerdo con lo que pienso y me dirigen hacia lo que quiero ser.

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    En esta obra, Gisela y tú están más de 100 minutos en el escenario. Los dos solos y cambiando constantemente de estados de ánimo… Debe haber sido un gran reto para ustedes
    Y lo sigue siendo. Hace 4 años leí este texto y me gustó, pero sentía que era muy joven para hacer este personaje. Después, cuando estuve con Gisela en la obra Mamma Mia! hicimos una lectura juntos y a ella también le encantó. Pensamos: “Ojalá la podamos hacer en algún momento”.

    Y el momento llegó
    El año pasado, me reuní con Rodrigo Falla y me dijo que tenía los derechos de la obra y que tenía ganas de hacerla con nosotros.

    Cuando quieres algo, ¿cómo haces que suceda? Piensas en lo que te gustaría y dejas que pase, como en este caso que nos acabas de contar. ¿Visualizas?
    Lo primero es tener una imagen en la mente a la que empiezas a añadirle detalles con el paso del tiempo. Vas armando un lienzo más bonito y creo que luego, inconscientemente, empiezas a actuar para conseguirlo. No te das cuenta pero empiezas a correr la ola que tú mismo creaste.

    ¿Te dejas llevar?
    Sí. Y lo divertido es que estas cosas pasan cuando dejan de ser una prioridad para ti. Ley de Murphy, siempre.


    Fotos:
     Luis Muñoz
    Asistente de fotografía: Leonardo Manzanares
    Ropa: H&M
    Un agradecimiento especial a:
    Kitty Bejarano Huertas y Vanessa Silva de los Heros

    Por Sandra Roncagliolo

    lunes 18 de febrero, 2019