Teatro que educa en valores
La productora Ayepotámono lleva al escenario historias que invitan a grandes y chicos a construir una mejor sociedad
La carrera de Alexander Pacheco siempre ha estado vinculada al público infantil. Cuando estudiaba en la escuela de arte dramático escribió «Un maravilloso talento», su primera obra para niños e hizo adaptaciones de algunos cuentos clásicos. Después, escribió y llevó al escenario «El pequeño Einstein», «El Cuco cuquito» y «El bosque de óleo», obra con la que ganó el Concurso nacional de Nueva Dramaturgia peruana 2015 en la categoría «Teatro para niños y adolescentes». Hace 10 años fundó la productora Ayepotámono, con la que realiza las obras de teatro que escribe.
Tabata Fernández-Concha también tiene amplia experiencia en el trabajo con niños. Después de formarse como actriz en Argentina, España y Perú y como arteterapeuta en la Escuela Argentina de Arteterapias, trabajó como docente y terapeuta en instituciones dedicadas a la enseñanza del arte. Además, ha publicado la colección de libros para niños “Mis Campeones” y es profesora de teatro infantil. Desde hace 4 años es productora general de Ayepotámono.
Alexander y Tábata unen talentos para realizar obras de teatro que refuerzan valores en los chicos e invitan a reflexionar a los grandes. Trabajan en equipo para crear nuevas obras que, además de entretener a toda la familia, sirvan a los padres como herramienta para iniciar conversaciones sobre temas que, a veces, no son tan fáciles de tratar. Pero el trabajo no termina detrás del escenario. Los fines de semana, gracias a la magia del teatro se convierten en personajes que disfrutan de gran popularidad no solo entre los niños. También, resultan muy simpáticos para los adultos.
Lobualdo Ferozino es el personaje más querido. Alexander lo creó para revindicar al lobo. “Hice una especie de focus group con los alumnos del colegio donde enseñaba, desde los que estaban en prekinder hasta los de secundaria, para saber qué personajes de los cuentos recordaban más. Resulta que el lobo es un personaje importante, pero siempre lo utilizan para simbolizar la maldad», cuenta.
Cuando investigó sobre este animal para poder construir su personaje, descubrió que había mucho por contar. “El lobo caza cuando tiene que comer, no lo hace solo por matar. Cuando no hay animales que puedan ser sus presas come castañas y ese tipo de cosas, así que se me ocurrió darle la vuelta al personaje y lo hice vegetariano… Y con ello también quise intentar dar a entender al público que no existen los malos ni los buenos”, agrega.
La primera aparición de Lobualdo Ferozino fue en el 2015 en «La fiesta de cumpleaños del lobo feroz». En esta historia, este personaje se cansa de ser la estrella de todos los cuentos y ya no quiere ir a trabajar. Entonces, cuando llega su cumpleaños, nadie va a saludarlo. Ahí es cuando se da cuenta de que ha actuado mal.
El éxito de «La fiesta de cumpleaños del lobo feroz» fue tal, que ese año tuvo 3 temporadas en diferentes teatros, con la sala llena desde el primer día hasta la última función. Pero ahí no queda todo. A pedido del público la obra vuelve a la cartelera todos los años y los niños van y le llevan regalos a Lobualdo.
A esta obra siguieron «La banda del lobo feroz», «El concierto del lobo feroz», «Lobo, ¡¿qué estás haciendo?!» y «La Navidad del lobo feroz». En cada historia, Lobualdo profundiza e invita al público a reflexionar sobre uno o varios valores: “Lobualdo es el personaje más querido porque es que da las lecciones. No es el villano de siempre. Es un lobo vulnerable, que tiene problemas, miedos y fantasías… Los niños se encariñan mucho con él porque de alguna manera el mundo interno del lobo es como el de ellos”, cuenta Tábata, que también interpreta personajes muy queridos por el público, como El Hada y la Reina de Corazones.
“A veces, nos reconocen en la calle y eso es más rico porque el teatro no es como la televisión, que es un medio masivo y no tienes que pagar para verlo. El teatro es más íntimo y quien viene es porque realmente quiere venir”, cuenta Alexander.
Anécdotas tienen varias, como esa vez en la que el auto de Tábata y el de otra mujer chocaron y, en medio del fastidio y mientras esperaban a que lleguen los representantes de las compañías de seguros, ella le dijo: «¡Oye, espera¡ Tú eres el hada, ¿no?».
“Lo chévere de las obras que hacemos es que tocan temas vigentes y que tenemos que trabajar todos. Porque nosotros, a pesar de ser adultos, podemos reaccionar de manera infantil ante algunas situaciones. El bullying, por ejemplo. Si los que somos padres sentimos que atacan a nuestros hijos, tenemos que saber cómo manejarlo», dice Tabata.
La hija de Tábata, de 6 años y las hijas de Alex de 5 años, además de ser su fuente de inspiración, son críticas de las obras, con su aporte espontáneo. Ayepotámono cuenta con un elenco de actores acostumbrados a trabajar con niños: el público más auténtico y exigente. Los que no disimulan cuando algo no les gusta, los que hacen preguntas incómodas o los que cuando felicitan, lo hacen con el corazón. Por supuesto, anécdotas de su trabajo también tienen muchas:
“En «Lobo, ¡¿qué estás haciendo?!» yo era la abuela, y en una parte de la obra decía: “¡Ay! ¡Es que el lobo es tan peludito y feo…” De pronto, una niñita me interrumpió: “Tú no puedes decir que el lobo es feo y peludo porque puedes generar en él un problema a futuro”. Y así, cada vez que yo decía algo del lobo, ella me interrumpía: “Pobrecito el lobo. ¡Abuela, por favor!.. Entonces, tuve que decirle a la niña que tenía razón. Y cuando eso pasa todo el texto cambia, porque estás respondiéndole a la niña”, cuenta Tábata.
Para ser actor de obras para niños, además de tener la preparación, debes tener un ángel especial, pues debes saber cómo resolver ciertas situaciones. Si un niño te pregunta algo, ¿qué es más importante? Tu ego de actor de decir el texto correctamente o escuchar al niño, que puede ser más interesante todavía. Debemos darle a cada niño tiempo para poder expresarse, dice Alexander.
Ayepotámono es la única compañía de teatro infantil que trabaja con textos propios. Ellos investigan sobre lo que se puede y se debe hablar y lo transforman en obras lúdicas que conectan rápidamente con los niños. Pero, también, estas obras tienen referencias de la época de los papás, para que toda la familia disfrute y se sienta parte del show.
Este año, la alianza que tienen con el Teatro de Lucía les permite manejar la cartelera infantil y darle al público puros estrenos. Actualmente están presentando “El Lobo y las Habichuelas Mágicas”, un gran plan familiar para el fin de semana.
Facebook: Ayepotamono Teatro
Instagram: ayepotamonoteatro
Fotos: Luis Muñoz
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