Sobran las razones para tomar una buena copa de vino, especialmente en estos tiempos pandémicos. Basta con buscar en Google los beneficios que la bebida de los dioses ofrece para la salud y para preservar la belleza natural (si se toma con moderación, claro), para animarse a descorchar una botella.

Carla Urrunaga, ingeniera en alimentos, comunicadora, catadora y gozadora, comparte sus conocimientos para degustar un vino en casa y, como dice, «tener una relación más linda y profunda con el vino, para disfrutar y pasar momentos entretenidos tan necesarios en estos tiempos”.

Para los bebedores experimentados y para quienes recién empiezan, estos son los pasos que deben seguir para disfrutar de la experiencia con todos los sentidos:

LO PRIMERO ES LO PRIMERO
Prepara el ambiente: busca un lugar dentro de tu casa que tenga buena iluminación (idealmente luz natural) y, sobre todo, que sea un espacio que te haga sentir cómodo y relajado. La cata es una experiencia subjetiva y nuestro estado de ánimo influye sobre ella.  ¿Te gusta la música? Es el momento de poner tus canciones preferidas de fondo.

Elige tus herramientas de degustación: es importante hallar una copa con la que te sientas cómodo, que tenga el tamaño adecuado para ti y con la que se te facilite pillar los aromas que el vino te ofrece. Personalmente, prefiero las copas de menos de 500ml de capacidad total, de cristal o vidrio delgado traslúcido, con una parte más ancha del centro hacia abajo y la boca algo más estrecha, de modo que permita retener los aromas. Recuerda tener a la mano un descorchador.

Y por último y lo más importante: selecciona el vino que probarás. ¿Cómo elegirlo? Parte de tu zona de confort, es decir, del tipo o estilo de vino que más te guste o que suelas tomar. Solemos clasificar los vinos básicamente en las siguientes categorías: tintos de cuerpo, tintos ligeros, rosados, blancos complejos, blancos ligeros, vinos naranjos, espumantes, vinos dulces.

¿Ya hiciste tu elección? Entonces vamos entonces a la siguiente etapa:

LOS PASOS DE LA CATA
¡Míralo! El color del vino nos dice mucho. Nos puede hablar de su edad: un vino joven tendrá normalmente tonos más púrpura mientras que vinos añosos tenderán a tonalidades teja (amarronados). También, nos puede ayudar a descubrir la cepa o variedad de uva del vino y la forma de vinificación. Vinos sin filtrar pueden ser menos brillantes y presentar una ligera turbidez.

¡Siente los aromas!  Este paso es quizá el más seductor y, a la vez, el más frustrante para quienes empiezan a descubrir el fascinante mundo del vino. Si es tu caso, no desesperes. Te aconsejo cerrar los ojos, así tu mente se centrará en un solo sentido por un momento. Intenta tipificar tus sensaciones. ¿Qué identificas? Frutas, flores, hierbas… notas especiadas, tostadas, lácteas, etc. Luego, intenta ir un poco más allá. Si encontraste aromas a fruta, intenta precisar de qué fruta se trata.

¡Saboréalo! Recuerda los sabores básicos que aprendiste en el colegio: Dulce, salado, ácido, amargo y umami.

En el vino, el dulzor es producto del azúcar residual. Un vino seco suele estar por debajo de los 6 gramos de azúcar por litro (eso es como una cucharadita por litro) y un vino dulce normalmente tendrá más de 50 gramos de azúcar por litro, así que atentos con las porciones y las calorías.
La acidez suele estar entre lo que sentimos cuando probamos un limón y lo que sentimos cuando probamos un yogurt. Dentro de esa escala podremos determinar si nuestro vino tiene una acidez alta o baja. Un supertip para ello es concentrarte en sentir si el vino te hace salivar. Si salivas mucho la acidez el alta, si salivas poco la acidez es baja.

Por último pero no menos importante, prepara una rica tabla con pancitos, galletas, quesos o lo que tengas en casa para acompañar tu vino.

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