Hace un par de años, Andrea y Rodrigo, una pareja de chilenos residentes en Perú, tenían un problema: no encontraban un lugar en el que pudieran comer y conversar tranquilos mientras sus dos hijos pequeños estuvieran entretenidos.

“Nos dimos cuenta de que en los lugares en los que niños estaban felices, los padres no lo estaban tanto. Y eso era, más que nada, por el tipo de comida. Hacía falta restaurantes con opciones más saludables no solo para los adultos”, cuenta Andrea.

Como esta pareja estaba en busca de ideas de negocio y querían trabajar en algo que les encante, este problema se convirtió en la oportunidad perfecta para que se animen a emprender en el sector restaurantero. Así que pusieron manos a la obra. Cuando empezaron a hacer su estudio de mercado, notaron que en Perú, a diferencia de los países vecinos, se comía helado solo en verano. La razón, más que la falta de ganas, era la falta de heladerías en lugares céntricos. Entonces, lo que había que hacer era crear un lugar que ofrezca todo lo que hacía falta y deje contentos a grandes y chicos. Así, nació la idea de hacer “una heladería que fuera mucho más que una heladería”.

EL LUGAR
Mientras Andrea y Rodrigo iban desarrollando el concepto de Helado Amable, sabían que debían asumir dos grandes retos: satisfacer la exigencia del público por comidas de mejor calidad y hacerle honor al nombre que habían elegido.

¿Cómo lo lograron? Creando ambientes especiales para que todos sean felices. En Helado Amable tienen una terraza pet friendly para quienes quieran disfrutar del aire libre o ir con su perrito, un lugar familiar con una zona de juegos y actividades para que los niños estén entretenidos y un espacio más íntimo para almorzar o trabajar. Dos de los mejores artistas plásticos de nuestro país: Marcelo Wong y Rafael Lanfranco han colaborado para que la atmósfera del lugar sea realmente acogedora.

“Queríamos ponernos ese desafío. Llamarnos amable es muy bonito, pero si no te atienden con amabilidad en Helado Amable, tenemos un problema. Sabíamos que la mochila era pesada pero que valía la pena tenerla porque es muy agradable trabajar en un ambiente donde hay armonía. Nuestros clientes vuelven y vuelven felices”, dice Andrea.

LA COMIDA
Rodrigo, que es administrador de empresas de familia restaurantera y amante de los helados, es quien se encarga de la comida. Él es quien prepara los helados y hace las pruebas de lo que se ofrece en la carta. Andrea es quien ve la otra parte del negocio, todo lo que es de cara al público.

Esta simpática heladería (que es mucho más que una heladería) en menos de un año ya ha conseguido una afluencia de público importante, y sin hacer publicidad. Los clientes, satisfechos, han ido pasando la voz, por lo que han tenido que extender su horario y ampliar su oferta.

“En las noches cerrábamos pero nos tocaban la puerta. Y, cuando empezamos con las pizzas, causaron furor. Nos decían: ¡si hacen pizza no pueden cerrar a esta hora! Así que empezamos a ver otras opciones, más para la noche”, cuenta Andrea.

Helado Amable ofrece una gran variedad de helados sin colorantes, preservantes ni saborizantes. Su carta, que se renueva constantemente, tiene opciones de ensaladas, sánguches, pizzas y postres. Desde hace poco, ofrecen también helados más nocturnos, con espumante, pisco o gin tonic ( 2×1 en su happy hour) y, en los feriados y fines de semana un menú de pastas y helado ilimitado.

“Aquí no es “como hecho en casa”. Es mucho mejor que como se hacen las cosas en mi casa. Acá las reglas de lo que no se puede usar porque no es bueno para la salud es larga. Y todo es hecho con mucho cariño», asegura Andrea.

Así que si van por Miraflores, dense una vuelta por este lugar. Y si están en algún otro lado y necesitan una dosis extra de felicidad, vayan también.

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